jueves, 28 de abril de 2016

La Ciudad sin Trabajo Animal


Siempre que nos referimos al trabajo, hablamos de una actividad o conjunto de actividades que producen. Que producen riqueza, bienes o servicios, satisfacen necesidades humanas o de la comunidad, etc. Más en concreto, el trabajo es definido como <<Conjunto de actividades humanas, remuneradas o no,...>> (OIT); <<medio por el que cualquier ser humano puede satisfacer sus necesidades>> (ONU); <<Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza...>> (D.R.A.E.).


Podríamos seguir acumulando definiciones que apartan del Trabajo a una parte fundamental del mismo, pero ¿cómo es posible hablar de trabajo y no mencionar el trabajo animal? La respuesta adolece de una simpleza importante: porque son las personas las que hablan de trabajo. Hablan de ello y lo ejercen. El trabajo es la forma de vida de la clase mayoritaria. Para ello se sirven de materias primas y de una serie de herramientas presentes en el proceso productivo, los medios de producción.

El conflicto surge cuando el modelo de producción, controlado por el propietario de estos medios de producción, trata a los animales a su antojo, ya sea como meros instrumentos de cuya fuerza de trabajo se puede disponer hasta su extenuación, o bien como una materia prima más. Otro elemento caído del cielo, sin dueño aparente, con el único destino de servir a la siempre racional subsistencia humana.


Una vez leí que una de las luchas más difíciles era la animalista, porque hay que dar voz a los que no tienen voz. Y yo, créanme, no he venido a dar lecciones a nadie. Aún menos de temas que ignoro. Pero me planteo si, ya que vivimos en un planeta depredado por la irresponsabilidad de nuestra especie, al menos no deberíamos dar voz en nuestro hegemónico mundo a quienes no la tienen; llamémoslo derecho de defensa, si se quiere, aunque es un juicio que jamás se celebró. La naturaleza animal fue condenada al trabajo forzoso y a la explotación por consenso, por desconocimiento o por indiferencia.

Atípicamente planteado desde la perspectiva del trabajo, pero sin embargo imprescindible abrir un debate. No tiene solución fácil, y menos aún si tenemos en cuenta la actual tesitura del trabajo, con no pocos flancos abiertos: la enésima irrupción sin miramientos de la tecnología en las relaciones de trabajo, la paulatina desaparición del trabajo manual, el estancamiento del reconocimiento del trabajo doméstico, las mil barreras aún por destruir para la integración de personas de diversas capacidades en el mundo laboral, etc. Pero puestos a adecuar nuestra conciencia con los tiempos que corren y, con ella, nuestro modelo productivo, ¿qué nos impide caminar hacia el respeto de la vida animal?





¡Hasta la próxima!




P.S.: Puedes seguirme en @CdelTrabajo

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